sábado, 17 de noviembre de 2012

Para los diálogos difíciles.

Lograr que se exprese una persona tímida o cerrada, es saber escucharla pacientemente.
Si nos faltan palabras, nuestra mirada puede compensar la limitación de nuestros labios.
Podemos arriesgarnos a hacer una afirmación con toda energía cuando nuestro interlocutor percibe que merece nuestro respeto y que somos capaces de evolucionar y cambiar de opinión.
Nada más penoso que los diálogos en los que el "dominado" se siente acorralado: " No hay nada que hacer. La suerte está echada".
¡Cuidado! Puede que experimentemos hacia el que nos escucha antipatía o menosprecio. 
Imaginamos que ellos no trasciende al exterior, mas el tono de voz y el gesto del rostro nos traicionan.
Si adoptas una actitud de dura oposición, nuestro interlocutor se convierte en un muro.
Cuando los dos somos muy diferentes, no está mal instalarse en esta situación de diferencia para que cada uno pueda ser lo que es y explicarse en profundidad.
Transcurrido un tiempo, vuelve a formular los elementos del debate.
Si las cosas se ponen feas, ¿echa el freno! " si no entiendo mal... Quieres decir que..."
Los abuelos nunca toman nada por lo trágico".
Hay que practicar una escucha atenta y amable. Es poco frecuente la escucha de puro cariño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario