sábado, 17 de noviembre de 2012

30,60,90.

30, 60,90: las tres treintenas del hombre y de la mujer. Antes se decía: " Dos veces veinte años". Ahora se dice: " tres veces treinta". De 1 a 30 fue la etapa de los descubrimientos y proyectos. De 30 a 60, la edad de la actividad desbordante que colmaba las jornadas. Y de los 60 a los 90, ¿qué? ¿No más que el sillón. el despilfarro de un tercio de nuestra vida?
De esto se trata: de luchar para vivir bien los últimos treinta años de nuestra existencia.
Hay palabras que adquirirán un poder mágico: "aquí", "ahora". Este lugar concreto, estas personas precisa, estos momentos de salud o enfermedad, los acontecimientos, o bien los momentos en que nada ocurre, todo eso constituye la nueva veta que explotar: en todos ellos, lo que me toca vivir es el " aquí" y el "ahora". Es inútil repetir que ayer yo podía hacer esto o aquello. Inútil soñar en la mañana o temerlo. Lo que cuenta es el hoy. Cada amanecer será el comienzo de un nuevo día que resultará apasionante vivir, si no queremos dejarnos escapar nuestro otoño.
Haré una declaración de lucha y el primer " es necesario que".
Es necesario que inventemos, con toda energía y de inmediato, un nuevo estilo de vida, porque la verdad es que estamos penetrando en un mundo nuevo, en cuanto que habremos de abordar toda realidad desde un punto de vista diferente. Cuidado con dejarnos ganar por la desgana y los momentos de abatimiento; será preciso luchar contra uno mismo y contra el entorno.
¿por qué? porque lo que constantemente nos van a ofrecer es la paz; pero ¿que paz? La mayor derrota de nuestra jubilación sería dejarnos entumecer por una paz en la que apenas quedarían signos de vida. Desde los albores de su esfuerzo de reflexión, la tercera edad ha lanzado un grito de combate:" Queremos que nuestros últimos años estén colmados de vida".
Y sin embargo, qué cierto es que una paz de gran calidad nos tiene sus brazos, en cuanto podemos decir a nuestra vejez: ¡te acepto!

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