miércoles, 21 de noviembre de 2012

Reflexión Grupal.

EL ADULTO MAYOR

Solemos pensar que el adulto mayor, “los viejitos”, son personas que a medida que envejecen, se van transformando en personas “fastidiosas”, “cansonas”, “un estorbo”. Pero, nuestro pensamiento fue cambiando cuando entramos a estudiar psicología, específicamente la electiva de Derechos, Ciudadanía y Adulto Mayor, ya que la profesora Martha Lucía Ramírez nos enseño y mostro otra faceta del adulto mayor.

Nos preguntamos porque muchas personas de nuestra sociedad piensan al adulto mayor como personas que “fastidian, que estorban, que no sirven para nada”, ¿por qué será este pensamiento?, ¿a qué se debe?, ¿será que algunos padres no enseñan a sus hijos a respetar a los adultos mayores, a sus abuelos?… ¿será por la poca información que brindan los medios de comunicación?, ¿será el gobierno?... ¿qué es?, ¿qué será?

Pensamos que hay muchos factores que hacen que las personas, hombres, mujeres, niños, niñas y hasta los mismos adultos mayores tengan ese pensamiento. Existen muchos estereotipos sociales, muchas imágenes que son aceptadas por las personas, ya sean buenas o malas sobre cualquier cosa; en este caso encontramos varios estereotipos sociales sobre el adulto mayor, como:

· Adulto Mayor= “Viejito, abuelito”= Aburridor, cansón, fastidio, estorbo.
· Adulto Mayor= “Viejito, abuelito”= Inservibles, incapaces, lentos, amargados, sucios.
Todas las personas somos diferentes, por lo tanto tenemos pensamientos distintos para con todas las cosas, personas, etc. Habrá personas que piensan al adulto mayor como los estereotipos lo marcan en nuestra sociedad, pero hay otras, que piensan al adulto mayor de otra manera.


Como lo dijimos la electiva de Derechos, Ciudadanía y Adulto Mayor, corroboró a que nuestro pensamiento cambiara, y aprendimos infinidad de cosas que no sabíamos del adulto mayor, como los derechos que estos tienen. Hay personas que creen que cuando un individuo envejece va perdiendo sus derechos como ciudadanos, que pueden pasar por encima de ellos sin pensar que son individuos que piensan y sienten; no se ponen a pensar que gracias a ellos existimos, que gracias a ellos tenemos vida, que somos lo que somos, que se esforzaron en un pasado para darnos lo mejor, para brindarnos un techo y comida… para cuidarnos cuando nos enfermábamos, para tenernos paciencia cuando rompíamos algún objeto, para curar aquellas heridas del alma que solo ellos saben curar, para enseñarnos cosas que no se aprenden en el colegio o en la universidad.

En la clase, trabajamos con diferentes grupos de la tercera edad, y pudimos observar que en el grupo de la tercera edad: A.R.A, hay mujeres adultas mayores, con un carisma y entusiasmo indescriptible, que derrumban esos falsos estereotipos que levantan contra esta sociedad de Adultos Mayores. Son mujeres (en el grupo son todas mujeres) deportistas, organizadas (en sus actividades de grupo como: exponer los gastos y el dinero que ingresa), detallistas, compañeristas, amigables, e infinidad de valores que no las alcanzan a describir.
Estos grupos de la tercera edad cada día logran deteriorar la imagen que hay del adulto mayor en la sociedad, transformando el pensamiento sobre ellos:


· Adulto Mayor= Ciudadano= deportista, amistoso, compañeristas,

· Adulto Mayor= Ciudadano= Capaces, activos, optimistas, sabios.

martes, 20 de noviembre de 2012

No permitas que te llamen viejo.



En la juventud, la belleza es un accidente de la naturaleza. 
En la vejez, es una obra de arte.
El arte de envejecer consiste en conservar alguna esperanza.
La madurez es el arte de vivir en paz con lo que es imposible de cambiar.
Cuando envejecemos, la belleza se converte en cualidad interior.
Para lo profano, la tercera edad es invierno, para el sabio, es la estación de la cosecha.
En los ojos de los jóvenes vemos llamas, pero es en los ojos de los mayores donde vemos luz.
Viéndolo bien, no somos tan viejos, lo que pasa es que tenemos muchachas juventudes acumuladas.
Amamos las catedrales antiguas, los muebles antiguos, las monedas antiguas, las pinturas antiguas, y los libros viejos, pero nos hemos olvidado por completo del enorme valor moral y esperitual de los ancianos.
Hay que estar agradecidos de nuestra edad, pues la vejez es el precio de estar vivos.
Cuando ya se han cumplido 80 años -o estamos cercanos- o todo contemporáneo es nuestro amigo.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Alergias al cambio.

Dos cosas caracterizan a una persona: la afirmación de sí y su aptitud para el cambio. La afirmación de sí se apoya en opiniones ( pienso que), creencias ( estoy firmemente convencido de) y valores ( me dejaría matar por esto). Este conjunto es por lo general bastante flexible, mas con la edad tiene a coger rigidez y acaba por oponerse a cualquier evolución: " Soy como soy y no cambiaré".
Es ciertamente halagüeño tener una fuerte personalidad, pero si uno se convierte en un bloque de hormigón acabará marginado por la vida y por la gente.
¿Qué conviene vigilar? Por ejemplo, la manía del reloj: no se soporta la más leve alteración de un horario que se hace obsesivo. En cuanto te sorprendas manifestando disgusto por un ligero retraso, piensa que has empezado a deslizarte por la pendiente de la alergia a los pequeños contratiempos. Y si éstos te sacan de quicio, es señal de que tu vida padece ya esclerosis.
Se prefiere el sillón a un paseo, se recibe de muy mala gana a una amiga que no había avisado, uno se envara en hábitos físicos que refuerzan y simbolizan algo más grave: La rigidez mental.
¿cómo dialogar en adelante con ese abuelo atrincherado en su rincón o esa abuela que ha decidido de una vez por todas lo que se puede y lo que no se puede hacer?
- Uno no puede prescindir, sobre todo a cierta edad, de la experiencia, los hábitos y costumbres; todo un mundo de cosas familiares.
-Sin duda; pero encerrarse en ese mundo a cal y canto, es morir antes de tiempo.
-¿Cómo pretendes que me desprenda de lo evidente y tangible por lo incierto?
-¿ qué es tangible? ¿ qué es lo incierto? ¡habría que verlo! Tal experiencia supuestamente tangible no es, quizá,, sino pura repetición más bien vacía y hueca. Y lo incierto, cuando uno lo hace suyo, se transforma en algo nuevo tangible.
- Y ¿ qué haces de la fidelidad?
- Interesante pregunta. EL alérgico al cambio no recordará el momento en que sus fidelidades derivaron hacia la rutina. Negarse al cambio puede construir infidelidad frente a lo que debe evolucionar para mantenerse vivo.
- ¿ Nos ha dado por la manía actual de correr siempre tras  lo nuevo?
- Por descontado que no. Pero donde quiera hay vida, si existe necesariamente el cambio. Opino que es mejor incorporarse al movimiento para canalizarlo y orientarlo que refunfuñar contra él o tal vez dejarse arrastrar sin reacción personal.
Tomé nota de la bella reflexión de una señora de 84 años : " Ya no deseo que las cosas cambien, pero ruego al Espíritu que me haga comprender lo que cambia, para permanecer en esta vida el tiempo que me quede sin estorbar a nadie".

Adulto mayor.



¿Qué le queda al adulto mayor? ¿Qué le queda ahora que ha dejado de trabajar y se dedica a estar en su casa? ¿Qué le queda ahora que sus hijos han encontrado un nuevo hogar? Es sencillo, le quedan sueños por conseguir, le quedan muchas cosas por hacer, horas de estar con sus nietos y sonreír al notar que se alegran de verlo, le quedan cientos de libros por leer, cientos de cosas por soñar, le quedan miles de preocupaciones sobre el futuro de aquellos que un día dependieron de él, le quedan días de merecido descanso por las décadas de trabajo que tuvo en el pasado y gracias a las cuales podemos estar aquí, le quedan millones cosas por aprender, si, a pesar de lo sabio que la vida y el tiempo lo han vuelto, le queda adaptarse a una época que no es la suya pero no en un intento de ser moderno, sino con el sentimiento de poder ser auto suficiente y proteger de manera eficiente a sus descendientes; ¿Qué le queda al adulto mayor después de tantos años de sostener esta ciudad? ¿Qué le queda después de tanto esfuerzo por sacar adelante la esta sociedad? ¿Qué le queda ahora que ha cumplido su deber? Le queda enseñar todas esas cosas que ha aprendido y que siempre serán útiles, les queda el derecho de sonreír y ayudar en lo que puedan a la familia, pues aunque quizá ya esté jubilado es igualmente necesario para el núcleo familiar, le quedan noches de arropar a sus descendientes para una tibia velada y despertarnos a la siguiente mañana para que seamos capaces de aprovechar el nuevo día al máximo, le queda ser maestro de historia, contándonos a cada momento en que se lo permitimos, sus memorias que tanta sabiduría encierran, le queda ser abierto de mente, más que muchos de mi edad, le queda ser feliz amando a la naturaleza, amar a su familia y ser amado por ella, y es por eso que hoy lo acompaño al médico pues sé que no podré estar tranquilo sino estoy ahí cuando se dicte el veredicto, es por eso que le preparo la comida y procuro sentarme a su lado cuando come, por eso procuro escucharlo cuando quiera hablar, estar ahí cuando necesite de mí, y serle útil después de todo, de forma sutil él siempre sabe ser de ayuda, después de todo, el adulto mayor fue el que forjo los cimientos de todo, puso la primera piedra en el camino, puso en nuestras manos la pluma, y puso su alma en hacer un mejor futuro para nosotros.



"Me aconseja bien"

Karina me dice: 
- El abuelo no  siempre está de acuerdo, ¡lejos de ello! Pero me aconseja bien.
"Me aconseja bien" es el gran secreto de la relación entre abuelos y nietos. El aconsejar es agradable, perfectamente a nuestro alcance y casi nuestro punto fuerte si sabemos estar al corriente de los gustos y reacciones de la juventud actual!

Como amar a un adulto mayor.


DÉJALO HABLAR
..... porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.
DÉJALO VENCER
..... en las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.
DÉJALO IR A VISITAR
.... a sus viejos amigos porque entre ellos se siente revivir.
DÉJALO CONTAR
.... sus historias repetidas, porque se siente feliz cuando lo escuchamos.
DÉJALO VIVIR
.... entre las cosas que ha amado, porque sufre al sentir que le arrancamos pedazos de su vida.
DÉJALO GRITAR
.... cuando se ha equivocado porque los ancianos como los niños tienen derecho a la comprensión.
DÉJALO TOMAR UN PUESTO
...en el automóvil de la familia cuando van de vacaciones, porque el próximo año tendrás remordimientos de conciencia si ya no existe más.
DÉJALO ENVEJECER
... con el mismo paciente amor con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte de la naturaleza.
DÉJALO REZAR
... como él sabe; como él quiere, porque el adulto mayor descubre la sombra de DIOS en el camino que le falta recorrer.
DÉJALO MORIR
... entre brazos llenos de piedad, porque el AMOR de los hermanos sobre la tierra, nos hace presentir mejor el torrente infinito de amor del PADRE en EL CIELO

No es viejo.

NO ES VIEJO.

No es viejo aquel que pierde su cabello o su última muela, sino su última esperanza. No es viejo, el que lleva en su corazón el amor siempre ardiente. No es viejo el que mantiene su fe en sí mismo, el que vive sanamente alegre, convencido de que para el corazón puro no hay edad. El cuerpo envejece, pero no la actividad creadora del espíritu. 

Para el profano la ancianidad es invierno; para el sabio es la estación de la cosecha. El crepúsculo de la vida trae consigo su propia lámpara. Hay una primavera que no vuelve jamás y otra que es eterna; la primera es la juventud del cuerpo, la segunda es la juventud del alma. 



Cuando una noble vida ha preparado la vejez, no es la decadencia lo que ésta recuerda: son los primeros destellos de la inmortalidad. Es estupendo ver un viejo que asume la segunda parte de su vida con tanto coraje e ilusión como la primera. Para ello tendrá que empezar por aceptar que el sol del atardecer es tan importante como el del amanecer y el mediodía, aunque su calor sea muy distinto. 

El sol no se avergüenza de ponerse, no siente nostalgia de su brillo matutino, no piensa que las horas del día lo están echando del cielo. No se experimenta menos luminoso ni hermoso por comprobar que el ocaso se aproxima, no cree que su resolana sobre los edificios sea menos importante o necesaria. Cada hora tiene su gozo. El sol lo sabe y cumple hora a hora su tarea.

¡Ah... si todos los ancianos entendieran que su sonrisa sobre los hombres puede ser tan hermosa y fecunda como ese último rayo de sol antes de ponerse!

La bondad.

Prosigo mi retrato del anciano por todos apreciado: Después de la nobleza de su paz interior y de su rostro luminoso, está su aire bondadoso. Acoger a alguien, mirarle a los ojos, escucharle con interés y cariño. No formular una crítica más que " por su bien", como se suele decir, sin desanimarle. No hay lugar a duda, es el sueño de todos, todos queremos ser bondadosos. Y, sin embargo, a todos nos ocurre fallas en la acogida y en nuestros encuentros, a causa de la gran enemiga de la bondad: la indiferencia.
En teoría, está moda, sobre todo desde hace un tiempo. El ser diferente es una realidad que se encuentra ensalzada por la ola del antirracismo: qué suerte ser a la vez hermanos y diferentes, qué ensanchamiento de horizontes, qué riquezas para el diálogo. Sí, pero en la realidad, en lo cotidiano, las diferencias nos exaspera.
¿Algún impaciente soporta la lentitud?

sábado, 17 de noviembre de 2012

Reflexión Realizada por Lina Londoño.

Fue muy importante para mí, leer tantos poemas, aprender tanto de los adultos mayores ya que en mi carrera de psicología tengo una clase dedicada especialmente para estos seres maravillosos como lo son los adultos mayores.
La verdad desde el primer día que nombraron las diferentes electivas, sin pensarlo escogí ciudadanía y derechos del adulto mayor, porque siempre me ha gustado compartir con los adultos mayores, y por otra parte me gusta mucho estar con mi abuelita, con los abuelitos y  hablarles, tenerles paciencias, ayudarlos en las cosas, también escucharlos porque sé que para ellos es muy importante , que los escuchemos, que los entendamos...y siempre eh tenido una gran simpatía con los adultos mayores...
Y no puedo entender como muchas personas se niegan a trabajar con ellos, o hacer un acto altruista con ellos, si son personas sabias, que dieron muchas cosas en su juventud, y en su adultez...además cuando hablamos con ellos, obtenemos muchos conocimientos, y no sé de verdad, no entiendo, como las personas los rechazan, o crean estereotipos contra ellos...Finalmente con la materia ciudadanía y derechos del adulto mayor eh obtenido muchos aprendizajes, y lo más importante que eh tenido la posibilidad de ponerlos en practica, al realizar un trabajo con ellos...
Y la verdad es que, como futura psicóloga, tengo muchos retos y uno de ellos es trabajar con los adultos mayores, ya que quiero concientizar a las personas sobre el papel de los adultos mayores, porque me gustaría mucho mejorar su calidad de vida, orientar y dar pautas de acuerdo a lo que ellos necesitan ya que es un porcentaje de la población que cada vez va en aumento y  está desprotegido en aspectos morales, sociales, laborales, culturales, económicos. El psicólogo puede apoyar al adulto mayor su salud integral, viudez, jubilación, duelos, orientación capacitaciones, integración en medios que puedan hacerlos sentir bien.
Finalmente quiero decir, que debemos aprovechar a estos seres hermosos, divirtiendonos, regalandoles risas, un momento para compartir, no es necesario llevarlos al mejor cine, con solo escucharlos en un parque basta para que tanto ellos como nosotros nos sintamos felices, y nos llevemos unos grandes conocimientos porque no debemos olvidar que son personas sabias, personas que han vivido y experimentado lo suficiente...Gracias...

Para los diálogos difíciles.

Lograr que se exprese una persona tímida o cerrada, es saber escucharla pacientemente.
Si nos faltan palabras, nuestra mirada puede compensar la limitación de nuestros labios.
Podemos arriesgarnos a hacer una afirmación con toda energía cuando nuestro interlocutor percibe que merece nuestro respeto y que somos capaces de evolucionar y cambiar de opinión.
Nada más penoso que los diálogos en los que el "dominado" se siente acorralado: " No hay nada que hacer. La suerte está echada".
¡Cuidado! Puede que experimentemos hacia el que nos escucha antipatía o menosprecio. 
Imaginamos que ellos no trasciende al exterior, mas el tono de voz y el gesto del rostro nos traicionan.
Si adoptas una actitud de dura oposición, nuestro interlocutor se convierte en un muro.
Cuando los dos somos muy diferentes, no está mal instalarse en esta situación de diferencia para que cada uno pueda ser lo que es y explicarse en profundidad.
Transcurrido un tiempo, vuelve a formular los elementos del debate.
Si las cosas se ponen feas, ¿echa el freno! " si no entiendo mal... Quieres decir que..."
Los abuelos nunca toman nada por lo trágico".
Hay que practicar una escucha atenta y amable. Es poco frecuente la escucha de puro cariño.

Bello poema de Bernard Descoulers y Christiane Gaud.

Ella se afana pacientemente en colocarle bien la almohada.
El se incorpora un poco para que no le cueste tanto hacerlo.
Ella le prepara una bolsa de agua caliente a la temperatura adecuada para que no le queme.
El le da las gracias con una sonrisa.
Ella acude en cuanto oye un lamento.
El la tanquiliza al instante.
Ella lee el periódico.
El le acaricia el brazo.
Ella le aplica hielo
para refrescarle la frente.
El le coge la mano tan fresca y siente lo bien que huele.

¿Y la ternura?


No sólo somos cerebro, también cuentan el corazón y el cuerpo. Nos atrevemos ahora a hablar de la sexualidad de la tercera edad. Primero porque mujeres y hombres, igualmente presumidos y atentos a su físico, suscita el deseo durante mucho más tiempo, y porque, en un ambiente general de relajación, los tabús se desmoronan. Se considera injusto y ridículo negar a una pareja de edad el intercambio sexual que le conviene.

No hay que dudar, por lo tanto, en hablar del tema si ello puede liberar a aquellos y aquellas que una rancia educación podría dejar privados de estos deleites y de este elemento nada despreciable para la solidez de la pareja, pasados los 60.
Las resistencias trasnochadas provienen a menudo del entorno. Hace poco me enteré de que una mujer de 40 años encontraba " vergonzoso" ( es su expresión) que su madre, viuda de 70 años, volviese a vivir la ilusión de un gran amor con un señor de 75.
Veamos una situación inédita. El jubilado no ha conocido en su ambiente de trabajo más que mujeres más bien jóvenes y casi siempre bien arregladas. Encontrase, a veces, al volver por la tarde a casa, con una esposa demasiado ocupada o demasiado cansada para ponerse guapa, era ya una cosa grave. pero lo es mucho más si ahora tiene que vivir con una mujer que se abandona. Nada mejor para deteriorar el deseo sexual e incluso la simple ternura y el amor. Lo mismo ocurre a la inversa: a la esposa le costará soportar día tras día a un hombre desaliñado.
Es una obligación del amor mimar el aseo y arreglo personal, para él o para ella. El amor nunca es una realidad que haya que dar por segura; después de haberlo construido lentamente y durante tiempo, es preciso seguir alimentándolo y mimándolo. La esposa animará al marido a estar siempre escrupulosamente limpio y, cuando sea necesario, elegante. Y, por su parte, él no olvidará de elogiar a su esposa: "¡Qué bien te cae ese vestido!" Es la manera masculina de decir: te quiero.
He aquí otra diferencia que será preciso suavizar. Las mujeres esperan de los esposos palabras tierna, caricias, un ramo de flores para el cumpleaños y, sobre todo, para el día de los enamorados. Los hombres, en cambio, son olvidadizos y pudorosos, pero antes de poner el grito en el cielo por una supuesta falta de ternura, la esposa hará bien en adquirir ese tercer oído del proverbio armenio: " Necesitamos tres oídos, dos en la cabeza y uno en el corazón".
Cuando su marido le diga secamente: "Déjame esa bolsa, es demasiado pesada para ti", ella comprenderá con el oído del corazón que tales palabras llevan más carga de ternura que muchos "¡Cariño!" distraídos.



intereses y motivaciones del adulto mayor por pertenecer a un grupo de la tercera edad.

https://vimeo.com/home/myvideos En este vídeo podemos ver algunos de los intereses y motivaciones que tienen las personas mayores por pertenecer a  un grupo de la tercera edad, podemos destacar que la mayoría de personas quieren pertenecer  para establecer nuevas relaciones con personas de su misma edad, ya que se sienten conectadas, se sienten identificados, comprendidos, además entre ellos pueden intecambiar las dificultades, las alegrías, por medio del dialogo, ya que ellos muchas veces se sienten escuchados entre ellos, y además es una terapia porque les quita el estrés , y se desahogan los unos a los otros por este medio.

Por otro lado ellos sienten que estar en ese grupo es una gran distracción debido a que se despejan de los problemas que tal ves tienen, salen de la monotonía porque muchas integrantes solo se dedican a las labores del hogar y al pertenecer a este grupo interactúan más, se sienten libre, jóvenes, además de todo lo dicho anteriormente, muchos integrantes de estos grupos  van por la salud, porque al formar parte de estos grupos, empiezan una rutina saludable, al hacer ejercicio diario se ven cambios en su salud y eso ayuda a querer siempre ir al grupo, empiezan una rutina saludable, al hacer ejercicio diario se ven cambios en su salud y eso los ayuda a querer siempre ir al grupo. 

No dejarse marginar.

Entre otros beneficios y ventajas, la actividad como jubilado posee la de ser la más certera defensa contra el rechazo que los amenaza: insensible o brutalmente se tiende a empujarnos fuera de la línea de juego. "¡Es demasiado viejo!" Demasiado viejo ¿para qué? Esta es la cuestión. Es normal que los alejen de los sectores en los que ellos pretendan ocupar o mantener un puesto que ya no es para ellos. Pero los jóvenes ignoran, y en ello se amparan, todo lo que todavía son capaces de aportar. De los adultos mayores depende el que lo descubran, sabiendo ocupar el lugar que les corresponde.

En cualquier caso, ellos haciéndose portavoz de todos los jubilados, debo decir que de ninguna manera deben tolerar una cierta actitud de desprecio. 

La verdad de todos , es que a muchos adultos mayores los rechazan, pero también así otras personas los acogen y no sólo personas de la edad de ellos. Entonces pienso que se debe recurrir a ellos, a las personas que los reciben: ya que ellos si tienen sensibilidad y corazón, y los adultos mayores también.

La libertad del adulto mayor.

Es necesario decir libertad?  ¿ es necesario decir serenidad o alegría o paz? No es una embriaguez sino una seguridad tranquila.
Lo mismo que el alpinista que huella la cumbre. Ha llegado a la meta, ha superado obstáculos y las dificultades. Ahora está allí, no tiene que ir más lejos, no tiene más que reposar y gozar del fruto de su esfuerzo.
¡Admirable libertad la de aquel que tiene su vida tras de sí! Y admirable seguridad la del que ha hecho lo que tenía que hacer, porque sin o lo ha logrado, ya no lo hará. El juego ha terminado: hay quienes ganan y quienes pierden, pero ninguno volverá a empezar; hay que aceptar la partida con todo lo hecho. 
Libertad: en los pocos años que aún nos quedan que pasar en la tierra podemos hacer lo que queramos. Nada limita la elección. Ya no tenemos responsabilidades, no corremos peligros. Estamos tranquilos.
La juventud tiene la ventaja del ímpetu, la actividad, el espíritu de empresa, pero no está segura de nada. Es capaz de emprender, pero puede fracasar.
La familia es un buen ejemplo de libertad para el adulto mayor. Cuando se llega a la edad de ser abuelo, se llega también a la edad de la indulgencia. Ya no somos responsables de la educación de los niños, ahora lo son los padres. Los abuelos son refugio. La mayor dificultad de los padres es que representan autoridad, que deben inculcar los principios y a la vez inspirar confianza.
El abuelo sólo tiene que inspirar confianza. El ejemplo familiar es la imagen de la vida; el adulto mayor puede dar consejos pero no mandar, puede no darlos si no se los piden,  puede ser juez imparcial porque ya no quiere nada de sí.

30,60,90.

30, 60,90: las tres treintenas del hombre y de la mujer. Antes se decía: " Dos veces veinte años". Ahora se dice: " tres veces treinta". De 1 a 30 fue la etapa de los descubrimientos y proyectos. De 30 a 60, la edad de la actividad desbordante que colmaba las jornadas. Y de los 60 a los 90, ¿qué? ¿No más que el sillón. el despilfarro de un tercio de nuestra vida?
De esto se trata: de luchar para vivir bien los últimos treinta años de nuestra existencia.
Hay palabras que adquirirán un poder mágico: "aquí", "ahora". Este lugar concreto, estas personas precisa, estos momentos de salud o enfermedad, los acontecimientos, o bien los momentos en que nada ocurre, todo eso constituye la nueva veta que explotar: en todos ellos, lo que me toca vivir es el " aquí" y el "ahora". Es inútil repetir que ayer yo podía hacer esto o aquello. Inútil soñar en la mañana o temerlo. Lo que cuenta es el hoy. Cada amanecer será el comienzo de un nuevo día que resultará apasionante vivir, si no queremos dejarnos escapar nuestro otoño.
Haré una declaración de lucha y el primer " es necesario que".
Es necesario que inventemos, con toda energía y de inmediato, un nuevo estilo de vida, porque la verdad es que estamos penetrando en un mundo nuevo, en cuanto que habremos de abordar toda realidad desde un punto de vista diferente. Cuidado con dejarnos ganar por la desgana y los momentos de abatimiento; será preciso luchar contra uno mismo y contra el entorno.
¿por qué? porque lo que constantemente nos van a ofrecer es la paz; pero ¿que paz? La mayor derrota de nuestra jubilación sería dejarnos entumecer por una paz en la que apenas quedarían signos de vida. Desde los albores de su esfuerzo de reflexión, la tercera edad ha lanzado un grito de combate:" Queremos que nuestros últimos años estén colmados de vida".
Y sin embargo, qué cierto es que una paz de gran calidad nos tiene sus brazos, en cuanto podemos decir a nuestra vejez: ¡te acepto!

Estamos en la edad del esfuerzo continuo.

Estos carismas no se desperdiciarán del esfuerzo. Es una de las grandes lecciones de Tocqueville: El esfuerzo hacia afuera, y, más aún, hacia dentro de sí mismo es tan necesario, incluso mucho más necesario, conforme se va envejeciendo, que en la juventud.
Comparo al hombre en este mundo a un viajero que camina sin parar hacia una región cada vez más fría, y que necesita moverse tanto más cuanto más penetra en ella. La gran enfermedad del alma es el frío, y para combatir este temible mal, no sólo es preciso mantener en movimiento el espíritu con el trabajo, sino también con el contacto de los semejantes y los asuntos del mundo. Sobre todo en esta edad, no está permitido vivir de lo adquirido, sino esforzarse por nuevas adquisiciones sin permitirse un descanso.
Comenzaremos por el esfuerzo de estudiar lo que más nos concierne: el arte de luchar contra el envejecimiento, y los combates colectivos para devolver a la tercera edad su verdadero lugar. 
Los adultos mayores son los pioneros de una nueva edad que hay que inventar;la vejez actualmente es ante todo una victoria, es vivir más tiempo y mejor.
"el ser viejo no es suficiente para aprender lo que es la vejez, es preciso estudiarla".

El tiempo es corto.

Lo que hace corto al tiempo es que pasa.
El tiempo es siempre corto porque es tiempo.
Es corto para nosotros porque el hombre tiene un espíritu eterno, Aunque sea tan largo como queramos siempre es corto de cara a la eternidad.¿Al lado de la eternidad? No hay nada al lado de la eternidad. La eternidad es un absoluto y no puede ser comparada con nada.
Una adulta mayor decía: " Me encuentran vieja porque tengo ochenta años; pero cuando pienso en mi infancia me parece que fue ayer".
Es verdad, el pasado siempre parece corto, y cuanto más viejo es uno, más le parece que la vida es breve.
El hombre está hecho para la eternidad. Hay en él un sentido de eternidad. Este es un elemento de su grandeza, del sentido de absoluto que le lleva a buscar siempre lo que no tiene.
Pero la vida no tiene sentido para él ni no la ve como un camino hacia lo eterno.
El tiempo es corto y nosotros estamos hechos para no acabar.

El trabajo del adulto mayor.

La vejez plantea numerosos problemas de orden social, uno de los cuales es la remuneración y otro el de la ocupación del adulto mayor.
Este último problema presenta diferentes aspectos: la ocupación del adulto mayor puede tener diferentes aspectos: la ocupación puede tener por fin asegurarle un centro de interés o bien hacer que pueda rendir un servicio. El primer fin tiene por objeto el viejo mismo, el segundo la comunidad. Un adulto mayor puede ser guarda de museo y pasar horas enteras aburrido. Pero era necesario un guarda, porque si no había que cerrar el museo; y si no hace este papel el adulto mayor otro debería hacerlo...
Por otra parte, el número de personas de la tercera edad aumenta y cada vez están mejor conservados. Desde comienzos del siglo en nuestro país se ha duplicado el número de centenarios. La longevidad ha aumentado principalmente en las clases más humildes porque hoy están mejor alimentados y más calientes y más cuidados. La higiene se extiende y comienza ya en la primera infancia.
Por eso deberíamos llegar a la conclusión de que hay que trabajar hasta que se es más viejo. Sin embargo ocurre lo contrario... El mayor desenvolvimiento de las organizaciones sociales hace que se universalice el régimen de pensiones. Fijan la edad en que los hombres deben dejar de trabajar y hasta se les prohibe hacerlo después de esa edad.
A decir verdad, no se les prohibe trabajar si no solamente trabajar (ganando); pero vivimos en una sociedad de tal manera mercantilizada que no se concibe el trabajo si no es así.
Sin embargo sería erróneo creer que el trabajo remunerado es el único: sí que discute a propósito de él, pero hay otros. Ya señale el lugar que ocupan los abuelos en las familias y también los jubilados prestan otros muchos servicios gratuitamente. Por tanto el problema del trabajo del viejo es diferente del problema de su retribución.
Este trabajo gratuito del adulto mayor lo encontramos también en todos los escalones de la actividad social. Muy a menudo, en los medios intelectuales, los jubilados forman comisiones o se ocupan de actividades gratuitas en las que los hombres que están ocupados en ejercer su profesión no pueden entretenerse por falta de tiempo.
Los jubilados pueden emplear su ocio en trabajar más a gusto utilizando el tiempo que les sobra. Sin embargo hay muchos que se aburren, sobre todo hombres y sobre todo aquellos que han ejercido funciones más o menos importantes, que tuvieron la costumbre de mandar y que ahora con el retiro se han quedado sin súbditos.
Pero deben aceptarlo. Es una cuestión moral y hace falta humildad. Pero a la mayoría la vida no les ha preparado para la práctica de esta virtud.


viernes, 16 de noviembre de 2012

La oración del adulto mayor.

Señor, te agradezco el haberme dado una vida larga.
Porque la vida es el primero de los bienes que nos has dado y en él están contenidos los otros. Cuando se llega al término de la vida se la tiene como toda entera entre las manos.
Y yo te la ofrezco, señor, con el cortejo de alegrías y penas, de acciones buenas y e menos buenas, con los entusiasmos y las decepciones, con los que han acompañado mi vida, los que han desaparecido, con los que han sucedido, los que continúan-ahora acabé- y aquellos que llevan el peso del día que yo también llevé. Acabé y vengo a ti.
Gracias, señor, por dejarme unos años en la paz para poder estar frente a ti esperando que vengas a llevarme. Pienso en las abuelas que rodearon mi infancia desgranando su rosario y amando tiernamente a sus nietos.
Concédeme ser así, Dios mío, pues sé muy bien que a fin de cuentas sólo tu ayuda hará todo. Dame la pureza del anciano que no busca nada para sí y deja un recuerdo de paz.
Y yo miro hacia ti, señor. Tu venida es mi luz.

El buen uso de la soledad.

La soledad no es un cesto que llenar, sino una planta que ayudar a florecer. Por mucho que acumulemos teléfonos, cartas, amigos y vecinos, poco adelantaremos si no es más que un simple pasatiempo; pero harán maravillas como medios de crecer en personalidad y posibilidades de servir a otros. Las relaciones serán en ese caso flores del amor, y ello dependerá del buen uso de la soledad en alternancia con los contactos.
¡No siempre la soledad es una enemiga! Al fortalecer nuestra valía, nos prepara para mejores encuentros. Una señora hablaba que había abandonado su club, ya que se encontraba harta de tanto chisme. Una amiga le replicó que en ella estaba el reaccionar para levantar el nivel: " sí, si no me hubiere encontrado tan sola en medio de tanta superficialidad".
¿Orgullo? Acaso, pero el problema es real.
Ciertos encuentros, comidas y reuniones dejan a las personas insatisfechas porque son escasos los que han acudido aportando soledades bien cultivadas.
Si leemos algo, aunque sea el periódico pero con atención, si sabemos utilizar la televisión y la radio, si reflexionamos de vez en cuando con pluma en mano, si oramos seremos las delicias de muchos encuentros.


El luto.

El más duro enfrentamiento con la soledad se da en el momento de la muerte de la persona querida. Primero hay que llorar. No reprimas las lagrimas, no urjas a nadie a que las reprima. U menos en nombre de un supuesto heroísmo cristiano.
Después de la conmoción, las lágrimas y las manifestaciones de cálida amistad, es preciso volver a la vida ordinaria por muy gélida que se presente.
Nos encontramos con el primer combate: luchar contra el hastío de todo. Lo que los especialistas llaman el síndrome del deslizamiento. Sinos encerramos en un " No tengo ganas de nada" incesantemente repetido, corremos el peligro de no hacer ningún esfuerzo para comer, asearnos, contactar gente.
Debemos de alejar la idea de que somos los más desgraciados supervivientes de un total naufragio. Seguimos siendo unos seres vivos llamados a una vida diferente: nos es necesario reaccionar y agarrarnos a esto de inmediato.
¿Infidelidad al desaparecido? No faltan personas malévolas que murmura: "No parece estar muy afectada...". La propia viuda puede entrar en un proceso de autoculpabilidad: " Ser feliz sin ti sería una traición". Nada más erróneo; la tristeza-parálisis, lejos de ser un homenaje al desaparecido, falsea la relación nueva que debe establecerse con él.
En este punto no nos sirve de ayuda la imaginación, sino la fe.

La resistencia a los golpes.

No es siempre fácil reír ante ese tono de provocación de los jóvenes que no cesará de crecer desde los 10 hasta los 16 años.
Todo dependerá de nuestro sincero deseo de ayudarles cueste lo que cueste. En la medida en que consideramos eso como lo más importante, la provocación será algo secundario a esquivar con habilidad.
A propósito de las prohibiciones, existen dos viejos principios de gran eficacia: en primer lugar, no multiplicarlas, y luego, explicarlas correctamente. Lo que exaspera a los jóvenes es la prohibición arbitraria y anacrónica.
Tal vez esto nos debe poner en guardia.Si lo que pretendemos vedad o proviene sólo de nuestra propia educación, ¿ habremos de tenerlo por criterio válido?
Los golpes pueden destruirnos o hacernos evolucionar correctamente, vengan de donde venga, de nuestros nietos, de su madre nerviosa o de un yerno más bien brusco. Hacen daño, pero nos abren los ojos.

Ser un lugar de encuentro con la verdad.

¡La verdad total! ¿Quién puede acogerla mejor que un hombre o una mujer de 60 años? Los jóvenes no han tenido tiempo todavía de abrirse a toda la realidad, los más ancianos corren el peligro de replegarse demasiado sobre recuerdos trasnochados. Los 60 es la edad ideal del total domino de las ideas de ayer y de hoy, la edad de la sabiduría decantada y sin artificio.

¿sabiduría decantada? He querido decir desembarazada de todo. Hemos largado en el camino, sobre todo después de la jubilación, todo el lastre de las cosas sin valor, ya no nos aferramos a lo superficial o al a moda, no almacenamos más que lo sólido y lo mejor.
¿Sabiduría sin artificio? Aquí tal vez está la virtud más puente; nuestra gran seducción consiste en que quienes se acercan a nosotros saben que no han de temer ni recelos ni mentiras. Ser sin artificio nos acerca a la sencillez.

Los sesenta años brindan una ventaja para todos, , jóvenes y viejos, un lugar de encuentro con la verdad.

La cumbre.


Cuando se escala una montaña, el paisaje va desnudándose poco a poco y finalmente cuando uno llega a la cumbre no encuentra más que piedras y nieve; pero desde allí la vista es magnífica. Ya no se puede subir más, sólo para ir al cielo.
Lo mismo ocurre en la vejez. A lo largo de la vida hemos subido por cien caminos, a veces sinuosos, y poco a poco el paisaje se ha ido desnudando; los que mandaban, dirigían, protegían nuestra juventud desaparecieron unos tras otros; después nuestra juventud desaparecieron unos tras otros; después , los compañeros de la vida. Uno sigue avanzando y cada vez está más solo.

El que llega al a madurez termina como el alpinista en una cumbre pelada y cuando vuelve la vista contempla su vida extendida ante él como un paisaje.

Es la cumbre, pero también es el fin del hombre sobre la tierra. No hay otra manera de avanzar más que yendo al cielo. 

La vejez es una cima.
No hay muchos que lleguen a ella, la mayor parte caen en el camino; su vida no acabó, fue cortada. Podemos morir a cualquier edad. Tener una vida completa es uno de los mayores privilegios que uno puede tener.

En esta tierra el hombre debe llenar un ciclo que termina en la vejez; niño, adolescente, adulto, adulto mayor. Cada edad tiene su belleza pero la mayor es tenerlas todas.

Se saborea la flor de la vejez cuando se ha gustado la de la infancia, la de la adolescencia, la de la madurez.

Un adulto mayor hermoso ha comenzado por ser un niño hermoso y a lo largo de toda la vida el hombre prepara el viejo que va a ser.

Toda la vida no es más que una ascensión hacia la vejez. Una ascensión. La vejez no es un atolladero en el camino al que venimos a parar, es una cumbre a la que subimos. Comenzamos en las praderas de los valles entre flores y bosquecillos, ovejas, conejos y niños que ríen; después uno llega a una ladera y trepa por un camino que exige buenas pantorrillas, un pecho robusto, un corazón fuerte, una vista clara capaz de escoger la dirección. A menudo el esfuerzo es duro: pero al fin llegamos a una cima donde el aire es puro, los horizontes inmensos, y hay silencio.
La cumbre siniestra si no viniéramos atravesando frescos valles; pero la paz, el silencio, la pureza del aire y la inmensidad del horizonte nos alivian hasta tal punto que compensan todos los esfuerzos.

La belleza de la cumbre radica en eso, en que es una cumbre. Cuando pasamos por encima de los Alpes y vemos, allá a lo lejos, masas de rocas negras sembradas de manchas de nieve sentimos que algo en nuestro interior tiembla. La cumbre no es bella más que en cuanto cumbre; la vejez sólo en cuanto vejez. Toda la vida anterior la ha enriquecido embelleciéndola.

¡Todas las riquezas de la vida! Un paisaje que cambia a cada etapa, pues lo que ve un niño no es lo mismo que lo ve un adolescente ni un adulto. No tenemos necesidad de viajar muy lejos para poder contemplar horizontes nuevos. Solamente se aburren los que se encierran dentro de sí: es muy monótono el espectáculo de uno mismo.
Pero el que es capaz de abrir su espíritu mira el universo y lo encuentra por todas partes, porque está en todas partes.¡Maravilloso, recorrer todas las etapas de la vida y ser en cada edad lo que se debe ser! ¿No hay nada más triste que un joven que trata de ser viejo! El niño debe ser niño y el adulto, adulto. Debemos aceptarnos como somos.
La vejez corona la vida en todo el sentido de la palabra. El que muere antes de la vejez tiene una vida inacabada, le falta algo esencial.
Sin duda no lo esencial pura y simplemente. Lo esencial es la edad madura, la edad en la que el hombre realiza su tarea de hombre; la edad en que los padres tienen hijos y los educan, la edad en que el profesional llega a los más altos grados de su carrera. La infancia es una preparación, la vejez una conclusión, pero la vida no se completa hasta que no llega a su fin.
Lo mismo que el día se completa con la noche. La mañana es bella y la tarde también; pero lo más bellos de todo es que haya mañana, tarde y noche. Todo lo terminado es bello, pero sólo lo es en cuanto que está acabado. 
Lo que hay de más bello en la vejez es que no hay posibilidad de ser viejo sin haber sido joven. Todos los viejos han sido jóvenes; pero no todos los jóvenes han tenido el privilegio de llegar viejo. El viejo ha sido primero un bebé y nuestro mejor deseo para un bebé es que llegue a tener una vida completa, es decir que llegue a viejo.

Una pareja.

"Sin percatarnos de ellos, hemos vivido treinta años separados, dice María, de 58 años; ahora vamos a vivir todo el tiempo juntos, realmente juntos, sólo nosotros dos desde que nuestra última hija acaba de casarse. Presiento las dificultades que se avecinan".
La pareja de la tercera edad es la más inédita de las parejas. Un largo pasado transcurrido bajo el mismo techo, aunque no realmente juntos los dos. María y Enrique tenían ambos por separado su propia vida profesional. Además, evidentemente, María atendía la casa y a los niños; Enrique estaba absorto por sus actividades y por una extensa vida social.
De pronto, helos ahí enfrentados con lo nunca visto: ¡ el famoso " juntos las 24 horas del día..." y siempre en el mismo espacio! Inician ahora un nuevo episodio de SU historia de amor, disponen de todo lo necesario para construir la felicidad en su hogar: " Nos iremos haciendo viejos juntos". Si, dice María,  pero presiento las dificultades que se avecinan.

Saborear.

Todo lo que tengo que decir se resume simplemente en retomar desde diversos ángulos esa única idea, en adelante capital para nosotros, de saborear todo, sacarle jugo a cada instante.
Sin duda vamos a necesitar menos cosas, probablemente disminuirán nuestros contactos con la gente, pero vamos a disfrutar de algo nuevo: tiempo para apreciar las cosas y a las personas. El primer episodio de nuestro combate por un otoño mejor consistirá en liberar, en cada uno de los momentos que nos tocará vivir, todas sus posibilidades de colmarnos.
 Esta decisión de asumir en su totalidad la nueva vida en la que nos adentramos, no es demasiado corriente. Más bien nos acecha la tentación de jugar a prolongar el pasado. Nos aferramos a lo que éramos. Nos halagan palabras como éstas: "¡Qué joven se conserva todavía!" Se trata de un engaño, porque quienes nos las dicen, nos mantienen en un " todavía" ilusorio, precisamente cuando se trata imperativamente de avanzar hacia lo inédito de realidades nuevas.
¿Lo inédito! No es una broma; todo se nos va a presentar de forma diferente. Bueno o desagradable, pero diferente. Vamos a emprender una etapa nueva, y la mejor forma de hacerlo es permanecer abiertos y atentos al sabor de estos comienzos. A mis 75 añios me dieron un consejo que me hubiera gustado recibirlo a los 60: " sustituye tus impresiones de decaimiento y decrepitud por otras de exploración y descubrimiento".
¿Significa esto estar abocado a una ruptura demasiado brutal con lo vivido hasta el momento? ¡De ninguna manera! El excesivo apego al ayer suprimiría la lucidez para el ahora.
La preocupación por el mañana es igualmente el gran devorador del pan de nuestro " cada día".
Los cristianos sabemos que vamos avanzando hacia el término de nuestra vida, término que no es el cementerio, sino el cielo; ¡ y esto cambia todas las perspectivas de nuestro futuro! En cuanto al futuro inmediato, la cosa es clara: todo depende de la valoración que  demos a cada una de nuestras jornadas.
Adelantemonos desde ahora que vamos a experimentar muchos momentos felices, cada día, en cuanto aprendamos a sacarle jugo a todo. Aquí se sitúa el objetivo de esta serie de meditaciones, con una convicción como tela de fondo: las posibilidades son mucho mayores de las que imaginamos. Es lo que vamos a explorar en todos los ámbitos de nuestra nueva vida.
Sentiremos la satisfacción de poder permanecer mucho más tranquilos, bondadosos, los niños estarán encantados con nuestra dulzura y compresión.